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Archive for the ‘Cuentos para el Alma’ Category

El Monje y el Alacrán

Un maestro oriental, cuando vio como un escorpión se estaba ahogando, decidió sacarlo del agua.

Cuando lo hizo, el alacrán lo picó. Por la reacción al dolor, el maestro lo soltó, y el animal cayó al agua y de nuevo estaba ahogándose.

El maestro intentó sacarlo otra vez, y otra vez el escorpión lo picó.

Alguien que había observado todo, se acercó al maestro y le dijo: “Perdone… ¡pero usted es terco! ¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del agua lo picará?”.

El maestro respondió: “La naturaleza del escorpión es picar, y eso no va a cambiar la mía, que es ayudar”.

Y entonces, ayudándose de una hoja, el maestro sacó al animalito del agua y le salvó la vida.

No cambies tu naturaleza si alguien te hace daño; sólo toma precauciones.

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Tirar la vaca por el barranco.

Un maestro Zen y su discípulo estaban peregrinando por campos y bosques, cuando encontraron una cabaña muy pobre. En ella vivía una familia conformada por un hombre su mujer y cuatro hijos. Les pidieron alojamiento y alimento, a lo que los campesinos respondieron afirmativamente.
  De muy buen gusto, a pesar de su pobreza, compartirían lo poco que tenían. Durante la cena el maestro preguntó de que vivían: El hombre le explicó que tenían una vaca, de la cual sacaban la leche diaria y un poco más que cambiaban con otros campesinos  por algunos alimentos. Con lo que sobraba hacían queso y poco más. Eso les permitía ir sobreviviendo a duras penas.
Al otro día, los viajeros se levantaron antes que nadie para seguir su camino, entonces el discípulo le dice al maestro:
– Maestro, que buena gente, compartieron con nosotros lo poco que tenían. Y que pobres son. ¡Como me gustaría ayudarlos!. ¿No podemos hacer nada por ellos?.
El maestro, sin pensarlo, le dijo:
– Quieres ayudarlos?, ve y empuja la vaca por el barranco.
– Pero, maestro, ¡es su única fuente de alimentos!
– ¡No discutas y haz lo que te digo!
El discípulo pensó que el maestro había enloquecido, pero no tenía más remedio que obedecer, y así lo hizo.
Un año mas tarde, el discípulo volvió a pasar solo por la región, y lleno de remordimiento y curiosidad pasó por la cas. Al acercarse, la vio mucho más arreglada, e incluso vio mucho terreno sembrado que no lo estaba en la visita anterior. Pensó que quizá la familia sucumbió a su pobreza y otra con más posibilidades se había instalado en su lugar.
Al verlo llegar, el campesino se acercó reconociéndolo y le dijo:
– Bienvenido, ¡cuanto me alegro de verle! ¡Ustedes nos trajeron suerte! El día que se fueron se nos cayó la vaca por el barranco.
Al principio nos desesperamos pensando que íbamos a morir de hambre y lo primero que hice fue vender la carne. Con lo poco que nos dieron, compré unas semillas y me puse a sembrar para tener algo que comer los siguientes meses, pero la cosecha fue buena y pudimos vender algo en el mercado con lo que compré un par de ovejas.
A raíz de eso, mi esposa comenzó a tejer algunas prendas de lana que vende en el mercado y le va muy bien, y mi hijo mayor aprendió a trabajar la madera del bosque y hace muebles para toda la comarca.
También hemos podido comprar la casa que no era nuestra y estamos pensando en comprar mas terrenos para sembrar.
Entrar en zona de confort sin cuestionar lo que hacemos nunca nos dejará disfrutar resultados distintos a los que obtenemos. » ¿ Cuál es la «vaca» que te limita para emprender, cambiar y avanzar ?». Puede ser la comodidad, el miedo a perder lo que tenemos, la incertidumbre por lo que vendrá… Muchas veces dejamos pasar nuestros sueños y hacer lo que nos gusta y preferimos seguir atados a la «vaca» que nos hace sentir seguros, y no nos damos cuenta de todo el potencial que tenemos para hacer lo que nos gusta.

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¿Dónde estuviste en el año pasado? (David Brazier)

Respira hondo, respira hondo.

El aire llena mis pulmones, ¿y después?.
Mi sangre recibe esta gracia por la cual vivo unos pocos momentos más,

y todas mis células encuentran plenitud.

Con cada respiración una parte de mi se va, y algo nuevo viene en su lugar.

El arroz que tomé ayer, ¿dónde está?.

En mi músculo, en mi hueso.
El zumo que tomamos juntos, ¿donde ha ido?
A nuestros brazos y piernas y a todo el cuerpo.

El mes pasado, el arroz brillaba al sol en otras tierras;

en los márgenes del Missisipi o en Irrawaddy;
la fruta pendía de árboles de Chipre, Sicilia o España.

¿Y antes de eso?
Antes su sustancia estaba en la tierra, estaba en el aire, en los mares.
En los mares se encontraba esperando ser recogida, esperando volar hasta los confines del cielo, aguardando convertirse en lluvia.

Tú y yo, somos en buena parte agua.
El año pasado, casi todo lo que somos estaba en el océano.
Circulamos juntos en el Atlántico, o tal vez en el Pacífico,
porque casi todo cuanto somos es agua.

Y el agua se elevó, gracias al calor del sol,
por medio de los fotones, que cayeron en cascada
sobre la faz del océano.
Y cada fotón, viene del Sol, viene del vientre de la estrella:
tú y yo fuimos estrellas el año pasado.
Nos perseguíamos en el corazón turbulento del Sol.

¿Quién vivía entonces en tu casa el año pasado?

¿Dónde estarás tú la semana que viene?

¿Quién es tu verdadero amigo?

¿Quién tu enemigo?

¿Quién serás tú el año que viene?
Respira hondo, respira hondo.
Este aliento soy yo. Este aliento eres tú. Compartimos este aire.
Te doy a ti mi sustancia y tú me la das a mí.

Cada respiración me une en una sola órbita a los grandes bosques.
El aire que saco es su alimento, el suyo llena mis pulmones.
El año pasado yo era un árbol, y el árbol era yo.

Cada día recogemos sustancia y continuamos la tarea inacabable

de reconstruirnos los unos a partir de los otros.
Cada día descartamos una porción y continuamos el ciclo inacabable

de devolver lo que somos a los demás.
Día tras día cambiamos, y nos convertimos los unos en los otros,
y la sustancia del universo, y el polvo de las estrellas

pasa por nosotros, y nosotros por ellas.

¿Dónde estabas el año pasado?
Respira hondo, respira hondo.

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La distancia de los Corazones.

Un día, el maestro Baba preguntó a sus discípulos: – ¿Por qué las personas se gritan cuando están enojadas? Los hombres pensaron durante unos momentos. – Porque pierden la calma- dijo uno-, por so se gritan. – Pero, ¿por qué gritar cuando la otra persona está a tu lado? –preguntó Baba-. ¿No es posible hablarle en voz baja? ¿por qué gritas a una persona cuando estás enojado? Los hombres dieron algunas otras respuestas, pero ninguna de ellas satisfacía al maestro Baba. Finalmente, él explicó: – Cuando dos personas están enojadas y discuten, sus corazones se alejan mucho. Para cubrir esta distancia, deben gritar para poder escucharse. Mientras más enojadas estén, más fuerte tendrán que gritar para escucharse la una a la otra a través de esa gran distancia. Luego, Baba preguntó: – ¿Qué sucede cuando dos personas se enamoran? Pues que no se gritan, sino que se hablan suavemente, ¿por qué?… Sus corazones están muy cerca. La distancia entre ellas es muy pequeña. Los discípulos lo escuchaban absortos y Baba continuó:- Cuando se enamoran más aún, ¿qué sucede? Los enamorados no hablan, sólo susurran y se acercan más en su amor. Finalmente no necesitan siquiera susurrar, sólo se miran y eso es todo. Así es, observad lo cerca que están dos personas que se aman. Así pues, cuando discutáis, no dejéis que vuestros corazones se alejen, no digáis palabras que los distancien más. Llegará un día en que la distancia será tanta que ya no encontrareis el camino de regreso.

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¿ Dónde está la felicidad ?

Al principio de los tiempos se reunieron varios demonios para hacer una travesura.

Uno propuso:-Tendríamos que robar algo a los hombres. El problema es: ¿qué les robamos?.

Tras pensarlo mucho, uno dijo: -¡Ya lo sé! Les robaremos la felicidad. Pero el problema está en dónde esconderla para que no la puedan recuperar….

Uno opinó: – Podríamos esconderla en la cumbre de la montaña más alta.

Pero inmediatamente, otro replicó: – No, recuerda que tienen fuerza. Alguna vez alguien puede subir y encontrarla. Si uno la encuentra, enseguida todos sabrán dónde está….

Inmediatamente otro propuso:- Vamos a esconderla en el fondo del mar….

Pero acto seguido le replicaron: – No, recuerda que son curiosos. Alguna vez alguien llegará a construir un aparato para poder bajar y la podrá encontrar….

Y todavía otro dijo: – Escondámosla en un planeta bien alejado de la Tierra.

 Y le respondieron todos:- No, recuerda que son inteligentes, y cualquier día habrá alguien que construirá una nave que pueda viajar y descubrirla. Y entonces, todos tendrán la felicidad…

 El último de ellos era un demonio que hasta aquel momento había estado callado escuchando atentamente cada una de las propuestas de los otros. Tras hacer un análisis de cada una, propuso: – Creo saber dónde ponerla para que realmente nadie nunca la encuentre.

Los demás, sorprendidos, le dijeron a coro: – ¿Dónde?.

El demonio respondió: – La esconderemos dentro de ellos mismos. Estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán.

Todos reconocieron que tenía razón y estuvieron de acuerdo. Y, desde entonces, ha sido así: el hombre se pasa la vida buscando la felicidad por todas partes sin darse cuenta que la lleva escondida dentro de sí mismo.

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La zanahoria, el huevo y el café.

Una joven fue a ver a su madre. Le contó sobre los momentos que estaba viviendo y lo difícil que le resultaba salir adelante. No sabía cómo iba a hacer para seguir luchando y que estaba punto de darse por vencida y abandonar todo. Ya estaba cansada de luchar y empeñarse por vencer los obstáculos. Tenía la impresión de que tan pronto lograba encontrarle la solución a un problema, inmediatamente surgía otro.

Su madre le pidió que la acompañara a la cocina. Llenó tres ollas con agua. En la primera colocó zanahorias, en la segunda huevos y, en la última, colocó granos de café molidos. Sin decir una palabra esperó que el agua de las ollas empezara a hervir. Unos veinte minutos más tarde apagó las hornallas.

Retiró las zanahorias y las colocó en un recipiente. Hizo lo mismo con los huevos. Luego, con un cucharón, retiró el café y también lo puso en otro recipiente. Dirigiéndose a su hija, le preguntó: «Ahora dime lo que ves».

«Veo zanahorias, huevos y café», fue la respuesta de la hija. La madre le pidió que se acercara y tocara las zanahorias. Estaban blandas. Después le pidió que tomara un huevo y lo pelara. Una vez retirada la cáscara, pudo observar que el huevo se había endurecido. Finalmente, le pidió que tomara un trago del café. La hija sonrió al oler el rico aroma que desprendía la infusión.

Entonces la hija preguntó: «¿A qué viene todo esto, mamá?» La madre le explicó que cada uno de esos objetos había tenido que enfrentar la misma adversidad -el agua hirviendo- pero cada uno había reaccionado de una manera diferente. La zanahoria era dura, resistente en el momento de haber sido colocada en el agua. Sin embargo, al ser sometida al agua hirviendo, quedó blanda y débil. La frágil cáscara exterior había protegido al líquido del interior del huevo. Pero, una vez hervido, el interior se endureció. Sin embargo, los granos de café molidos eran singulares. Una vez colocados en el agua hirviendo, fue el agua la que cambió.

«¿Con cuál de estos elementos te puedes identificar?» le preguntó a la hija. «Cómo le respondes a la adversidad cuando ésta golpea a tu puerta?

¿Eres una zanahoria, un huevo o un grano de café? Piensa en esto: ¿Qué soy?

¿Soy la zanahoria que parece ser fuerte pero, con el dolor y la adversidad me marchito y pierdo mi fuerza?

¿Soy el huevo que al principio tiene un corazón blando, pero cambia con el calor? ¿Es que tuve un espíritu fluido pero, después de una muerte, una separación, un problema económico o alguna otra situación difícil, me he vuelto dura y rígida? ¿Será que el aspecto de mi cáscara no cambió pero, por dentro, me he convertido en una persona amargada y difícil, con un espíritu rígido y un corazón endurecido?

¿O es que soy como los granos de café? De hecho, el grano hace cambiar al agua caliente, precisamente a la circunstancia que le produce dolor. Cuando el agua se calienta, el grano libera la fragancia y el sabor. Si tú eres como el grano de café entonces, cuando las cosas han llegado a su peor momento, tú empiezas a mejorar y a cambiar la situación creada alrededor tuyo. ¿Te puedes elevar a otro nivel en los momentos más sombríos y al enfrentar enormes desafíos?

¿Cómo enfrentas la adversidad? ¿Eres una zanahoria, un huevo o un grano de café?

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Los Ciegos y el Elefante.

Una vez llegó un elefante a una ciudad habitada por ciegos. En dicha ciudad se ignoraba qué  y cómo era tan extraño y enorme animal, así que decidieron llamar a los más eruditos de entre ellos para que emitieran un dictamen.
El primero se acercó al elefante y palpó concienzudamente sus patas. Luego sentenció:
—Puedo afirmar que este animal es como una columna.
El segundo erudito, en cambio, tocó a fondo la oreja del paquidermo.
—Debo deciros que mi colega está equivocado, este animal es como un abanico y no se parece en absoluto a una columna _dijo con firmeza.
Por fin el tercer erudito exploró minuciosamente la trompa del elefante y dictaminó:
—Quiero aclarar que mis dos colegas han errado claramente en su apreciación. Es evidente que este animal a lo que se parece es a una serpiente.
De este modo se levantó entre los habitantes de la ciudad una gran polémica entre los que defendían la opinión de cada uno de los eruditos, creándose así varios bandos beligerantes.
Sin embargo, acertó a pasar por allí un hombre que veía perfectamente y, enterado de la disputa, quiso sacar a aquellas gentes de su error explicando que cada erudito solo había percibido una parte del animal y describiéndoles cómo era el elefante en realidad.
Dicen que los ciegos creyeron que aquel individuo estaba loco, que lo expulsaron de malas maneras de su ciudad, y que, aún hoy, continúan debatiendo entre ellos.

Muchas veces aquello que nos obstinamos en considerar como verdades consolidadas, en realidad no son más que creencias basadas en puntos de vistas que nacen de nuestra singular y subjetiva apreciación de las cosas. Estos particulares puntos de vistas son los que utilizamos para avalar nuestras opiniones, opiniones que defendemos con vehemencia e incluso con apasionamiento, cuando no son más que el fruto de la confusión que nos hace creer que es verdad aquello que no es más que nuestra verdad.

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¿ Estamos amaestrados?

Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales, y sobre todo, el ELEFANTE. Durante la función, el enorme animal  hacía despliegue de su peso, tamaño y fuerza descomunal… pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir.

El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces?. ¿Por qué no huye?

Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapa porque estaba amaestrado.

Hice entonces la pregunta obvia: “Si está amaestrado ¿por qué lo encadenan?”

No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca… y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta. Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta: El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.

Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía. Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.

Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no escapa porque cree que NO PUEDE. Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás… jamás… intentó poner a prueba su fuerza otra vez…

Vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad…condicionados por el recuerdo de «no puedo»… Nuestra  única manera de saber, es intentar de nuevo poniendo en el intento todo nuestro corazón… Como dice Matthieu Ricard , en su Libro “ En defensa de la Felicidad” :  Nuestra libertad interior no conoce otros limites que los que nos imponemos o los que aceptamos que nos impongan. Y esa libertad también proporciona un gran poder ya que  puede transformar al individuo, permitirle desarrollar todas sus capacidades y vivir en un plenitud absoluta cada instante de su existencia. Cuando los individuos se transforman, haciendo que su conciencia acceda  a la madurez, el mundo también cambia, porque el mundo está constituido de individuos”.

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EL ARTE DE NO ENFERMAR ( Dr. Dráuzio Varella )



Dráuzio Varella es un médico oncólogo y escritor brasileño. Según él, hay una serie de principios que hay que seguir para no enfermarse. Son:

Si NO QUIERES ENFERMAR… HABLA DE TUS SENTIMIENTOS:

Emociones y sentimientos que son escondidos, reprimidos, terminan en enfermedades como: Gastritis, úlceras, dolores lumbares, dolores en la columna… con el tiempo la represión de los sentimientos genera hasta el cáncer. Entonces vamos a sincerar, confidenciar, compartir nuestra intimidad, nuestros secretos, nuestros errores con nuestros amigos de verdad. El diálogo, el hablar, la palabra es un poderoso remedio y una excelente terapia.

SI NO QUIERES ENFERMAR… .TOMA DECISIONES

La persona indecisa permanece en dudas, en la ansiedad, en la angustia. La indecisión acumula problemas, preocupaciones, agresiones, la historia de la humanidad está hecha de decisiones. Para decidir es preciso saber renunciar, saber perder ventajas y valores para ganar otros. Las personas indecisas son victimas de dolencias nerviosas, gástricas y problemas de la piel.

 SI NO QUIERES ENFERMAR… BUSCA SOLUCIONES

Personas negativas no consiguen soluciones y aumentan los problemas. Prefieren la lamentación, la murmuración, el pesimismo. Mejor es encender un fósforo que lamentar la oscuridad. Una abeja es pequeña, pero produce lo más dulce que existe en la naturaleza. Somos lo que pensamos. El pensamiento negativo genera energía negativa, que se transforma en enfermedad.

SI NO QUIERES ENFERMAS…NO VIVAS DE LAS APARIENCIAS

Quien esconde la realidad finge, hace poses, quiere siempre dar la impresión de estar bien, quiere mostrarse perfecto, bonachón, etc, está acumulando toneladas de peso. – .una estatua de bronce con pies de barro. Nada peor para la salud que vivir de las apariencias y fachadas. Son personas con mucho barniz y pocas raíces. Su destino en muchos casos es la farmacia, el hospital, el dolor.

SI NO QUIERES ENFEMAR… ACEPTATE

El rechazo de si mismo, la ausencia de autoestima, hace que nos volvamos ajenos de nosotros mismos. Ser uno mismo es el núcleo de una vida saludable. Quienes no se aceptan a si mismos, son envidiosos, celosos, imitadores, competitivos, destructivos. Aceptarse, aceptar ser aceptado, aceptar las críticas, es sabiduría, buen sentido y terapia.

SI NO QUIERES ENFERMAR… CONFIA

Quien no confía, no se comunica, no se abre, no se relaciona, no crea relaciones estables y profundas, no sabe hacer amistades verdaderas. Sin confianza no hay buenas relaciones. La desconfianza es falta de fe en si mismo, en los otros, en Dios.

SI NO QUIERES ENFERMAR… NO VIVAS SIEMPRE TRISTE

El buen humor, la risa, el reposo, la alegría, recuperan la salud y traen larga vida. La persona alegre tiene el don de alegrar el ambiente donde vive. “El buen humor nos salva de las manos del doctor”. La alegría es salud y terapia.

( Agraceder a mi amiga Alice el compartir dicha información).



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Todos tenemos grietas

Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas que colgaba a los extremos de un palo y que llevaba encima de los hombros. Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba toda el agua al final del largo camino a pie, desde el arroyo hasta la casa de su patrón. Pero cuando llegaba, la vasija rota sólo tenía la mitad del agua.

Durante dos años completos esto fue así diariamente. Desde luego, la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para los fines para los que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque sólo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación.

Después de dos años, la tinaja quebrada le habló al aguador diciéndole: «Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas sólo puedes entregar la mitad de mi carga y sólo obtienes la mitad del valor que deberías recibir».

El aguador apesadumbrado, le dijo compasivamente: «Cuando regresemos a la casa, quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino».
Así lo hizo la tinaja. Y en efecto vio muchísimas flores hermosas a lo largo del camino; pero de todos modos se sintió apenada porque al final, sólo quedaba dentro de sí la mitad del agua que debía llevar.
El aguador le dijo entonces: «¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen de tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grietas, y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por donde vas, y todos los días las has regado, y durante  dos años yo he podido recoger estas flores para decorar el altar de mi Maestro. Si no fueras exactamente como eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza»

Cada uno de nosotros tenemos nuestras propias grietas. Todos somos vasijas agrietadas, pero debemos saber que siempre existe la posibilidad de aprovechar las grietas para obtener buenos resultados…

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